Game is over
Por mi profesión de ingeniero de caminos, tengo varios amigos trabajando en los sectores inmobiliario y de construcción de viviendas.
Desgraciadamente, algunos de ellos ya no tienen trabajo y han pasado a engrosar la plantilla de la mayor organización de España, el INEM, que cuenta con más de 4 millones de afiliados y, al que sigue de cerca en tamaño, la de los funcionarios de la Administración Pública, que ya supera los 3 millones.
Pues bien, uno de mis buenos amigos, Jesús, me contaba, la semana pasada, como había vivido él, y otros muchos, la evolución del sector inmobiliario en los últimos años.
Me contaba que había estado jugando al fútbol en la mejor liga del mundo: Grandes jugadores, multitud de partidos, grandes fichas y primas, etc. Mientras tanto, también había otras ligas: baloncesto, balonmano, etc., pero eran muy inferiores.
De repente, algo pasó y, hoy, no es que “su liga” haya perdido calidad e intensidad, no es que haya menos jugadores, no es que los contratos sean menores,….no, lo que pasa es que no hay liga: no hay jugadores, no hay balón y, ni siquiera, campo. Mientras, otras ligas de otros deportes, han reducido su tamaño e importancia, pero siguen jugando e incluso, alguna ha crecido como la de la tecnología (software, videojuegos,…)
Otras competiciones, también de gran importancia, han recibido multimillonarias ayudas del Estado que, con nuestros impuestos, ha decidido ayudar a determinados sectores como el bancario o el de la automoción.
En otras crisis pasadas, los empleados del sector inmobiliario habían seguido jugando, pero, en esta ocasión, la caída de todos los parámetros del sector ha sido tan brutal, que nos hemos olvidado hasta el "name of the game" que practicaban.
La cuestión fundamental, ahora mismo, ya no es lo que pasado, sino que se puede hacer para recuperar, al menos en parte, el empleo de un sector que se ha quedado en la ruina. Es difícil encontrar una solución, pues, además, los jugadores de esa “liga” no suscitan ninguna compasión por la fama que han adquirido de haberse “forrado”…y no digo que no sea verdad en el caso de algunos promotores, pero la mayoría de los empleados se han conformado con el sueldo que recibían.
Además de ser una industria muy intensiva en mano de obra y con gran cantidad de inmigrantes, la construcción conlleva la presencia y actuación de técnicos cualificados (arquitectos, ingenieros, topógrafos, etc.) que, en un número importante, han pasado a engrosar las listas del paro y todo su conocimiento se está perdiendo sin que nadie ponga remedio.
La solución pasa por el esfuerzo de todos los implicados: El Estado favoreciendo la construcción de infraestructuras, los bancos financiando a empresas y particulares, los colegios profesionales, pequeñas “mafias” inactivas durante la época buena y muy lentas en la reacción cuando la crisis nos “pilló”, ayudando a sus colegiados en dificultades, los sindicatos, hoy sólo preocupados por recibir subvenciones para que sus dirigentes vivan como reyes sin reclamar más que subsidios de paro, promoviendo una mayor flexibilidad para contratar y despedir y, por fin, los propios técnicos con disposición a cambiar de entorno, de sector y, si es necesario, de lugar de residencia o país.
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