Viaje al Centro de la Tierra
Como apoderado de la empresa para la que trabajo, ayer tuve que firmar un contrato de suministro de un producto en un ayuntamiento del Sur de España. La fecha (9 de Julio) y la hora (12 de la mañana) fue fijada por la “Teniente de Alcaldesa” (así se autodenomina ella en el contrato) con una semana de antelación.
Bueno, pues aquí va la crónica del viaje:
07.30: Salida en el AVE hacia Sevilla, provisto de escrituras de constitución y poderes, fotocopias de cualquier documento que les pueda interesar y…mucho calor.
10.00: Llegada a Sevilla, me recogen y viaje hacia el ayuntamiento en cuestión…Más calor
11.55: Entrada al ayuntamiento. Como somos educados, nos presentamos con cinco minutos de antelación sobre la hora de la cita en la Secretaría General. Según lo que nos habían comunicado, íbamos a firmar la Teniente de Alcaldesa y yo, en presencia, como si fuera un notario, del Secretario General. El funcionario Luis, que nos recibe, nos dice que el Secretario se ha ido a tomar un café. Intenta entablar una conversación banal sobre el tiempo, la climatización del despacho, etc. sin éxito.
12.10: Nuestro Luis se va a ver si está el Secretario. Vuelve y nos dice que la edil - ¿o se dice edila, Bibiana? – no está y que tenemos que esperarla. Nos sugiere que nos vayamos a tomar algo y me pide el móvil para avisarnos de cuando llegue.
12.40: Después de una caña y un paseo de vuelta al consistorio a casi 40°, Luis se va a ver al Secretario. Vuelve y nos dice que la concejala sigue sin llegar. Le digo que la llame al móvil y me mira como si le hubiera pedido que cometiera un asesinato. Pero me revela que es posible firmar sin la presencia de la dama que ya estampará su rúbrica posteriormente. Le digo que podía haber empezado por ahí. Por cierto, en toda nuestra ausencia, no se había movido ni un papel de su mesa y el folio con mi número de móvil seguía en la misma posición que cuando nos habíamos ido.
12.50: Entramos en el despacho, de más de 30 m2, del Secretario, de nombre Manuel, que nos trata como vasallos de un reino del que él fuera monarca. Completamos la ceremonia de firma del contrato, con nuestro dilecto Luis, de pie, en actitud respetuosa, como si estuviera ante el Sumo Hacedor. Le pregunto a Manuel por la fecha en que nos van a pagar y me responde que de eso no sabe nada, pero que puedo ir a ver al Jefe de Contratación, tocayo suyo, que me informará.
13.00: Luis nos acompaña a ver al “segundo” Manuel, que también cuenta con un enorme despacho, que nos informa del proceso. Nos dice que, primero, tenemos que firmar un acta de recepción con un tal Braulio. Le digo que las actas de recepción las firman los receptores y no los suministradores y, además, que les enviamos los materiales hace más de un mes y que, por tanto, no tendría mucho sentido. Fiel a su “manual”, llama a Braulio y le pregunta que si hemos firmado el acta de recepción. Braulio le dice lo mismo que yo le he comentado y queda zanjado el asunto.
Entonces, continuando con la explicación, me dice que dicha acta, junto con la factura pasa por Intervención, que contrasta esos documentos con el contrato que acabo de firmar. Si el Interventor los “bendice”, vuelven a él, que, si todo es conforme, redacta un “decreto”, que nos mandará, donde dice que la factura ha sido aprobada.
A continuación, todos esos papeles pasan a la Delegada de Hacienda, casualmente la teniente de Alcaldesa, que decide de, entre todos los pagos pendientes, cuáles se pagan y, si nuestra factura cayera entre las “elegidas”, pasaría a Tesorería, donde, en función de la disponibilidad de dinero, nos mandarían una transferencia.
Ya que no se hace responsable de lo que ocurra después de su “decreto”, le pregunto qué cuánto tardará en “dictarlo”. Me dice que unas dos semanas, aunque con lo de las vacaciones se puede retrasar…En este momento, le respondo que los sueldos de los trabajadores de mi empresa no se pueden retrasar por vacaciones y abandono su despacho antes de cabrearme más de lo que ya lo estoy.
13.20: Salgo del despacho y, en el pasillo, veo un despacho que pone Delegación de Hacienda. Allí veo a una chica con dos o tres personas más, pero dada la pinta de “cateta” que tiene, no pienso que sea la concejala en cuestión. Hoy, miro en la web del ayuntamiento, que tiene fotos de todos los concejales y, descubro con asombro, que se trata de la susodicha delegada.
13.30: Vuelvo hacia Sevilla, donde el, ya tradicional, “monumental” atasco de la entrada - ¡gracias, Chaves! - nos hace llegar a comer más de las tres y media de la tarde. Reflexionando sobre qué coño haría la Teniente, mi acompañante me recuerda que en la recepción del ayuntamiento, mientras esperábamos ser atendidos, dos personas delante de nosotros habían dicho que venían de Televisión Española…Esas dos personas estaban con ella cuando yo salía, recordé…así que la maleducada no nos informó de su no asistencia a la firma del contrato y, ni siquiera, se disculpó. En fin, es una representación fidedigna de la clase política que manejamos en España y del fabuloso funcionamiento de la administración.
A los 41° que marcan los termómetros de Sevilla, tengo la sensación de que lo que he hecho es un “viaje al centro de la Tierra”. Lo que me recuerda aquél LP de Rick Wakeman, que muchos tuvimos. Y que pertenecía a aquel tipo de música llamada “rock sinfónico”, donde estaban Yes (donde estuvo Rick), King Crimson o Emerson, Lake & Palmer y que, afortunadamente, igual que vino, desapreció, para que la salud mental de los humanos se mantuviera en niveles aceptables.
Y lo peor, es que, a la vista de lo que os he contado, tengo la sensación de que este post tendrá una segunda parte, pues dudo mucho que nos vayan a pagar en plazo.
1 comentario
Leo Borj -
Gracias Luis por tu relato.