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EL INTERMEDIARIO

¿ Adolescentes o replicantes ?

¿ Adolescentes o replicantes ?

Viendo la foto de las hijas del Presidente del Gobierno en Nueva York, me ha venido a la memoria un excelente artículo de Carles Feixa, publicado hace una semana en El País y titulado Generación Replicante.

En dicho artículo, el autor compara los “replicantes” de la película Blade Runner con los adolescentes de hoy. Mientras aquellos, androides casi idénticos a los humanos que trabajando como esclavos en Marte, se amotinan y huyen a la Tierra, nuestros jóvenes huyen de los colegios a los botellones.

Más adelante, en su artículo, Carles Feixa se pregunta si, más allá del botellón, lo que estará cambiando es el propio concepto de juventud y habla de tres modelos de juventud, en la Historia reciente de nuestro Mundo, de la misma forma que McLuhan hablaba de sus galaxias Homero, Guttenberg y Marconi.

Así, se refiere como “síndrome de Tarzán” al modelo que duró desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XX. En este tiempo, el adolescente transitaba rápidamente del juego al trabajo, se casaba pronto y participaba en ritos de paso como el servicio militar o la presentación en sociedad. La mayoría de nuestros padres pasaron así sus años jóvenes.

Más moderno es el, llamado por el autor, "síndrome de Peter Pan" y lo asumieron los felices teenagers del desarrollismo de la segunda mitad del siglo pasado. El lema de Forever Young o los Beatles representan aquellos días. En esa época, el adolescente aparece como un revolucionario, pero consumista, que se rebela contra la sociedad y, temporalmente, se resiste a entrar en ella. Se alargan los periodos de estudio y formación y creando espacios-tiempo de ocio en los que los jóvenes puedan vivir su particular País de Nunca Jamás (aunque algún día, como Wendy, acaben por regresar al mundo real)”. Así, la transición a la edad adulta es lenta y la maduración de los individuos también. Gran parte de mi generación pertenece a este grupo de “eternos jóvenes” que empezaron a trabajar y vivir de sí mismos a partir de los treinta años o más

El modelo postmoderno de juventud se basa en lo que podemos denominar “síndrome de Blade Runner” y emerge a finales del siglo XX. En él,  “los adolescentes serían seres artificiales, medio robots y medio humanos, escindidos entre la obediencia a los adultos que los han engendrado y la voluntad de emanciparse. Como no tienen "memoria", todavía no tienen "conciencia", y por lo tanto no son plenamente libres para construir su futuro. En cambio, han estado programados para utilizar todas las potencialidades de las nuevas tecnologías, por lo que son los mejor preparados para adaptarse a los cambios, para afrontar el futuro sin los prejuicios de sus progenitores. Pero su rebelión está condenada al fracaso: sólo pueden protagonizar revueltas episódicas y estériles, esperando adquirir algún día la "conciencia" que los hará adultos. Como los replicantes, tienen todo el mundo a su alcance, pero no son amos de sus destinos. Y como blade runners, los adultos sienten hacia ellos una mezcla de fascinación y de miedo. El resultado es un modelo híbrido y ambivalente de adolescencia, a caballo entre una creciente infantilización social, que se traduce en dependencia económica y falta de espacios de responsabilidad, y una creciente versatilidad intelectual, que se expresa en el acceso privilegiado a las nuevas tecnologías, corrientes estéticas e ideológicas.”

Por todo ello, en mi opinión, los adolescentes de hoy son más infantiles que nunca, pero se creen más adultos que nadie, mientras los padres ( y otras instituciones como los colegios y el Estado) se creen más educadores que nunca y son más “cagados” que en ninguna otra época.

Porque si no fuera así, como es posible que unos padres permitan a sus hijas que asistan a una recepción del Presidente de Estados Unidos vestidas de la guisa que vemos en la foto. “Estética gótica”, dicen algunos, “la familia Adams dicen otros”,…, “niñas ridículas y consentidas”, digo yo.

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