Estamos contigo, Seve
Como golfista que soy, no puedo dejar de hacer una mención en este blog a Seve Ballesteros que está pasando por unos difíciles momentos por culpa de un tumor cerebral del que ha sido operado hace tres días.
Seve, el mejor golfista español de todos los tiempos, formó, durante muchos años, un triunvirato de deportistas, junto con Manolo Santana y Angel Nieto, de ser capaces de llegar a la cima mundial en especialidades donde la base en España era nula o casi nula.
Reconocido, mundialmente, como uno de los mejores de la historia, en España no gozó de muchas simpatías “oficiales” por reclamar, constantemente, a las administraciones competentes, la construcción de campos públicos de golf. Fue muchas veces engañado por políticos que aprovecharon su presencia para hacerse una foto publicitaria con Seve al que prometían uno o varios campos públicos que luego nunca construyeron.
El golf siempre ha sido un deporte mal visto por la izquierda, ecologista de pacotilla, porque, siempre, lo han considerado un deporte de ricos, quizá por su incapacidad de practicar un deporte donde las reglas de etiqueta son tan importantes como el juego. Mientras, la izquierda, incluso la más extrema, sí que ha aprendido a beber botellas de vino de 300 euros como algunos hemos presenciado, recientemente, en consejeros de Galicia o Castilla-la Mancha. Algunos, no han sabido saltar del fútbol al golf, pero sí del Savín al Vega Sicilia.
Sin olvidar consideraciones de naturaleza urbanística que siempre hay que tener en cuenta, desde el punto de vista medioambiental, un campo de golf enriquece el entorno, además de, en estos tiempos de crisis, generar empleo.
Así el propio Seve, en su sección “Así lo veo, así lo siento” del último número de la revista Golf Digest, decía entre otras cosas:
“…El consumo de agua no debe ser el principal obstáculo [para la construcción de campos de golf], pues está demostrado que es menor que el necesario para un cultivo de regadío, con dos claras diferencias: por un lado, estos terrenos generan anualmente 3.000 €/Ha, mientras la rentabilidad directa e indirecta de un campo de golf es de 200.000 €/Ha
Además, los campos de golf se riegan en muchas ocasiones, con agua que ni siquiera es apta para el cultivo y, mucho menos, para el consumo humano…”
Y el bueno de Severiano, que lleva más de 30 años intentándolo, termina su artículo insistiendo en los “beneficios económicos y medio ambientales de una verdadera industria verde donde sobran argumentos, pero falta voluntad política”
Como dato para los menos versados en este deporte, os diré que, en Florida, hay más de1.400 campos frente a los, aproximadamente, 300 que hay en España, cuya extensión es casi tres veces que la del estado americano.
Desde aquí, desear la completa recuperación del genial golfista y también, por qué no, pedir un cambio de actitud a los cerriles gobernantes que llevan décadas machacando este noble deporte nuestro sin ningún motivo razonable. ¡Ánimo, Seve!
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