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EL INTERMEDIARIO

¡ Es muy fácil !

Dice mi amigo Luis que España sólo tiene tres grandes problemas y…, probablemente, tiene razón.

Los tres temas que le preocupan, a él y a la mayoría de los que pensamos con la cabeza, son el déficit exterior, la generación de energía y el nivel de formación de los estudiantes.

Dice Rafael Pampillón, en su blog, que nuestro déficit ya ha sobrepasado el 10% del PIB y supera los 100.000 millones de euros… y este déficit hay que financiarlo con crédito externo, pues aquí, llevamos años, que no ahorra ni dios.  

Las soluciones que menciona Rafael son favorecer el ahorro interno, mejorando su fiscalidad, aumentar las exportaciones y reducir el gasto tanto de consumo como de inversión. Esto último ya se está produciendo con el inconveniente de que genera paro.  En cualquier caso, una reducción del gasto público sería muy positiva, aunque nuestros gobiernos, nacional y regionales, no estén de acuerdo. Especialmente, el G-17 de los gobiernos autonómicos que ha presupuestado aumentos de gasto - ¡alegría! ¡alegría! - con incrementos de ingresos no creíbles.

La generación de energía nuclear es un tema absurdo, pues mientras otros países como Francia producen más de las tres cuartas partes de su energía mediante centrales nucleares, en nuestro país sólo la décima parte proviene de esta fuente.

El agravante es que nuestras centrales cada día son más obsoletas y como no hay manera de reconducir el debate desde un punto de vista tecnológico frente a la actual posición radical de la izquierda…Incluso, me cuenta un pajarito que en un Consejo de Ministros reciente, uno de sus miembros mencionó la posibilidad de empezar a pensar en este tipo de energía y el Presidente amenazó con “despedir” a cualquier ministro que volviera a hablar del tema en su presencia.

El tercer asunto, corroborado por datos objetivos como el Informe PISA tiene una solución técnica fácil, difícil de llevar a la práctica y con efectos  a largo plazo.

Me explico…habría que devolver todos las competencias sobre educación, tanto escolar como universitaria, al gobierno central y llegar a un gran consenso entre técnicos y expertos para elaborar los planes de estudio correspondientes y mantenerlos, en su esencia, al menos, diez años. Por supuesto, habría correcciones relacionadas con cambios tecnológicos y culturales que, seguro, ocurrirían y, debería existir una formación continua de los profesores para asegurar su competencia.

Sin entrar, hoy, en un análisis profundo de cada uno de los tres problemas, se puede ver, en mi opinión, que los poderes públicos no han trabajado bien durante los últimos años.

El modelo económico español de “sol y ladrillos” ha durado unos años, pero la falta de competitividad que ha producido en nuestras empresas es evidente y, además, el gasto público se ha disparado con más de tres millones de funcionarios poco productivos en administraciones duplicadas y hasta triplicadas. Apostar por la innovación, aunque lleguemos tarde, parece una buena posibilidad.

En la energía nuclear, el radicalismo de la izquierda y la cobardía de la derecha han impedido tomar decisiones basadas en criterios objetivos.

Por último, la educación se ha convertido en objeto de lucha política sin importar para nada lo que les pase a los estudiantes. Nos parecemos a un pueblo africano con diferentes tribus donde cada una tiene su maestro que enseña lo que le transmitieron sus antepasados (en muchos casos, inventados) en beneficio del jefe de la tribu.

Así que tengo que darle la razón a mi amigo Luis, pero las soluciones a los problemas que el plantea son fáciles de ver, pero casi imposibles de implementar. Como cantaban, hace casi cuarenta años, Los Mitos, “es muy fácil...si lo intentas”

1 comentario

Luis -

Esta claro que el estado de las autonomías se creo para atajar los nacionalismos, cosa que no ha sido así, y para acercar al ciudadano la gestión de determinados servicios, pero este enjambre nos esta costando demasiado dinero, habría que recuperar para el estado central determinadas competencias, por ejemplo educación, si a la gestión municipal de los centros y de su dotación por parte de las autonomías pero para el estado los contenidos educativos, la justicia, igual que en educación, limitar la creación de funcionarios y de asesores y una supervisión del estado sobre los presupuestos de las comunidades autónomas teniendo que ser aprobados por la cámara baja.
Con todo ello se trata de conseguir un verdadero estado unido y respetuoso.