Pasarlo bien...en Santiago de Compostela
Estuve ayer en Santiago de Compostela. Como siempre que he ido, la vi como una de las ciudades más bonitas que hay y donde, además, siempre se come bien.
El viaje estaba motivado por una reunión en la Consejería de Medio Ambiente del gobierno autonómico, pero no os voy a aburrir con asuntos de negocios.
Lo mejor del viaje fue una comida con mi amigo Toncho, con el que, dado que vive allí, no me veo tanto como a los dos nos gustaría. Es un compañero del Colegio Mayor Mendel del final de los años setenta. Como podéis imaginar la cantidad de recuerdos y anécdotas llenaría páginas, pero tampoco os voy a “dar la paliza” con eso.
Lo que quiero contaros es, en primer lugar, que lo de “no nos vemos nunca porque no hay tiempo” que se argumenta frente a los amigos no es, ni mucho menos, siempre cierto. En el caso de ayer, con una simple llamada el día anterior, el reajustó su agenda, yo retrasé un par de horas mi vuelo de vuelta y ya está. Claro, hay que poner voluntad, si no…
Dentro de la conversación que tuvimos, llegamos a dos conclusiones que, aunque obvias y de sentido común, me apetece escribirlas aquí. La primera es que, según nos vamos haciendo mayores (ambos acabamos de “pasar” los cincuenta…), el bien más preciado es el tiempo. Por lo menos, muchos de nuestra “quinta” que conozco, hace años que pensamos así. No queremos más dinero, ni coches mejores, ni vacaciones exóticas,…lo que queremos es poder disfrutar de la vida con pequeñas cosas que nos hacen sentir de maravilla. Claro que estamos en un mundo lleno de envidiosos y, curiosamente, esa gente mira y desea los bienes materiales ajenos mucho más que el tiempo disponible. Son “gestores de stocks”: Tengo X, me voy a comprar Y, me voy a esquiar a Z,…Además, si no lo cuentan, parece que no fuera suyo.
Otra idea interesante que ambos suscribimos es que, para vivir con una mujer (supongo que desde el lado de las mujeres, ocurrirá lo mismo respecto a vivir con un hombre), es muy importante, cuando llegas a la madurez, estar de acuerdo en los llamados “asuntos operativos”. O dicho de otra manera, hay que parecerse mucho en educación, gustos, diversiones, etc. La pasión va disminuyendo, los hijos van creciendo y cada vez importa más la convivencia pacífica, pero, sobre todo, divertida. La frase “¡qué bien lo pasamos juntos!” tiene que ser muchas veces repetida…Será un síntoma de armonía, felicidad y, casi seguro, amor mutuo.
Como veis, nos dio tiempo a hacer alguna reflexión “seria” como las que aquí expongo, aunque también nos reímos un montón. Además, nos levantamos de la mesa, con el compromiso de pasar un fin de semana en La Coruña con nuestras mujeres, incluyendo golf en La Zapateira y, por supuesto algún percebe que otro.
Gracias, Toncho, por los buenos momentos pasados y, ya sabes, lo que acordamos: ¡Hay que pasárselo bien!
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Toncho -