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EL INTERMEDIARIO

Lisboa: Constitución Europea sin referéndum

Parece que nuestros gobernantes europeos han llegado - ¡por fin! – a un acuerdo sobre el nuevo tratado que sustituirá a la fallida constitución. No voy a entrar hoy a analizar las consecuencias que tendrá para España este documento que se firmará en Lisboa en los próximos días.

Mi reflexión está relacionada con la profesionalidad de los políticos. Me viene hoy a la memoria el referéndum celebrado en España en 2005. Me gustaría saber el coste económico que tuvo para todos nosotros aquella parafernalia: Campaña institucional, campaña de divulgación con distribución de ejemplares gratuitos, publicidad masiva, actos en universidades y asociaciones profesionales, etc., los partidos políticos con mítines, espacios en televisión, etc. y todos los gastos asociados a la celebración en sí de la consulta.

Pues bien, qué nos encontramos. Que destinamos 9 millones de euros a los partidos políticos (partida aprobada en el Parlamento) y poco más. El tremendo dispendio es casi imposible de calcular. En el colmo del despropósito, el Ministerio de Asuntos Exteriores publicó una “Memoria sobre la Campaña del Referéndum sobre el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa” de 120 páginas, que refleja exhaustivamente todo lo realizado pero no habla para nada de euros gastados.

Como directivo, se me hace difícil entender que un proyecto con costes tan enormes y con un fracaso como el que ha tenido, no sea explicado a la Junta General de Accionistas (es lo que somos los ciudadanos para el gobierno) en términos económicos. Bueno, explicaciones “cualitativas” tampoco hemos recibido muchas. Un profesional de la gestión en cualquier empresa en una situación similar (imaginemos, por ejemplo, la campaña de lanzamiento de un producto que luego no se vende) se vería en la obligación de justificar lo gastado y las razones por las que no ha tenido éxito.

Esperemos que nuestros gobernantes sean más claros en sus explicaciones de cuánto gastan y en qué gastan, pero, mientras tanto, mejor que  no tengamos que volver a celebrar otro referéndum del nuevo Tratado. Y, de paso, a ver si avanzamos algo en el desarrollo político de la Unión Europea que no puede ir más lento. Si no, siempre nos quedará aquel grupo de los ochenta que se llamaba Europe…

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